Miró a su alrededor y tenía miedo.
El ca os de su mente iba a estallar,
sus ojos estaban perdidos una vez más.
Las lágrimas que caían la ahogaban,
mientras sus sentimientos
por dentro la asfixiaban.
No hubo tiempo,
el enemigo fue rápido.
Tomó con astucia su ciudad, su mano.
Ametralló con caricias todo su cuerpo.
Bombardeó su razón con versos,
y disparó un sin fin de besos
que consiguieron derrotar
al que pensaba que no volvería a amar.
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