Graciela Ojeda Jiménez , Marta Martín Jiménez

ETERNAMENTE CONECTADOS 

Piel blanca y ojos apagados

pelo negro liso y manos delicadas,

rozando las piezas del piano deslucidas

sonaba una pieza un tanto conocida

aparentemente de carácter presbítero

pero en su interior sonaba sugestiva.

 

Su pelo se movió y sus manos se pararon

alguien la tocó y al instante sus miradas se enlazaron

sus labios se acercaban y sus manos deslizaban,

la puerta de abrió y alguien les interrumpió

ella avergonzada , su piel la delataba

el hombre fue echado y tachado de desviado .

 

El ardor no cesaba y sus labio se llamaban

sus ojos azules y sus cuerpo esbelto ella recordaba,

su pelo negro y sus manos pálidas el recordaba,

ella no veía el sol, el no veía la noche

juntos hacían el día , con una pasión que ellos solo sabían

el ardor seguía sin cesar y ellos no dejaban de pensar.

 

Una noche con la luna iluminada ella se escapaba

el desesperando en una fuente anticuada

soñaba con la noche que tanto esperaba

ella corriendo soñaba con su aliento

cuando se unieron sus manos temblaron

y sus cuerpos eternamente fueron conectados. 

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